¿No Sabes Qué Hacer? O

Canta Una Canción, Mi Amor, Pero Ya!

La mayoría de las tradiciones espirituales presentan música y canciones de alguna forma o manera. En algunos sistemas espirituales, especialmente entre los pueblos indígenas, el canto, y el sonido son sagrados, la esencia misma de la vida. Yo lo sabía. Lo viví como danzante azteca y como participante en la Iglesia Nativa Americana; el canto es una constante en cualquier ceremonia.

Pero realmente no conocía el verdadero potencial del canto.

Había una mujer mayor a la que ayudamos a sanar. Estábamos celebrando su bienestar con 10 hermanos y hermanas que no habían estado juntos durante años, o sea, una celebración de unidad y bienestar, se podría decir.

Al final de la ceremonia, en el momento de la bendición final, los ojos de la buena dama se pusieron blancos mientras vibraban cada vez más grandes; su boca gruñó en formas retorcidas, palabras groseras con gemidos. La mitad de las personas allí eran no creyentes, que habían venido solo por su mamá, preocupándose y charlando. Los creyentes me miraban, conmocionados. Afortunadamente, una de las hijas de la señora era doctora y creyente y le ayudó con esa medicina.

Y yo, el curandero conmocionado, no podía, de ninguna manera, mostrar al mal recién llegado, que estaba cagándome los pantalones. No tenía idea de qué hacer en esta situación. Entonces, actué como si supiera lo que estaba haciendo y comencé a cantar una canción de nuestra tradición de danza, una y otra vez: traqueteando un ritmo lento y sólido, con mi voz llena de toda la sinceridad que podía reunir.

Poco después, mientras continuaba cantando, sentí una verdadera calma y vi que el clamor de las personas a mi alrededor también se asentaba. Pude atender a la buena señora unos momentos antes de que la ambulancia se la llevara. Tuve que dejarle saber al chamuco, el demonio, que se la llevó, que lo veremos pronto. Sin embargo, la historia de cómo liberamos a esa señora del chamuco debe esperar a otro momento.

Después de ese momento, en que el canto cambió toda la dinámica de lo que podría haber sido un desastre, la canción se convirtió en un elemento básico de nuestra práctica. Cuando cantaba, o sacudía o tocaba la batería, sabía que no me faltaba nada a lo del bien de mi paciente. Lo que yo no podía ver fue visto por la música.

Cuando no tenía idea de qué hacer, el sonido de una canción en súplica, o un canto al mando, llenaba los espacios en blanco, suministraba el poder y realizaba la curación.

Digo y hago cosas cuando canto, que ni siquiera puedo imaginar lograr sin la canción y el sonido. Cuando canto, es como que lo mejor de mí, el verdadero yo, tal vez, viene a donde el viejo yo, el normal, no se atrevería a ir.  Tengo una pariente que cantó y salió de la adicción a las drogas, pero esa también es una historia para otro día. Empieza a cantar y a hacer sonido si quieres

HACER ARTE